lunes, 27 de noviembre de 2017

Diversidad de puntos de vista

Sentado en una silla de plástico estaba yo tomando agua, ya que el día estaba ardiente. Había cuatro personas en la cocina, una adolescente, una viejita, yo y una adulta, que por cosas del destino empezó a hablar. Platicaba de una chica que fue amordazada por su madre mientras su padre le pegaba puñetazos. La mujer que empezó a hablar sobre esta chica decía las cosas con autoridad y seguridad ya que la que fue amordazada le confiaba todo a ella, era su mano derecha. Confiaba más en ella que en sus padres, confiaba más en ella que en sí misma.

─Oigan, quién iba a pensar que esa niña ─la amordazada─ me iba a poner contra sus padres diciéndome que ella no había dado causas para que le hicieran eso, pero todo termino siendo puro palabrería.
─¿Por qué, qué pasó pues? ─Dijo la adolescente.
─No mami, uno que se pone de boba y ayudante, pero tristemente termina siendo una metida y sin fundamentos ─Aclaró la mano derecha de la amordazada.

Cuando escuché que habían empezado a hablar de otra persona más, me preparaba para escuchar como degradaban la imagen de un ser mediante la palabra. Pero, noté algo raro cuando dijo «...uno que se pone de bobo y ayudante...». Ya que las anteriores personas, las cuales había aludido en el día; nunca recibieron de su ayuda.

─Es que usted peca de caritativa mija ─Decía la viejita mientras prendía el fogón, que hacía más insufrible el  calor. Pero para ella era obligatorio escuchar un chisme con un tintico.
─Sí ma’, y todo por creerle a esa culicagadita ─Exclamó la adulta.
─Tía, cuente pues que fue lo que sucedió ─Dijo la adolescente mientras la miraba.
─Bueno, escuchen pues. Esa niña iba a mi casa todos los días a contarme lo que sucedía en su vida ─Decía la adulta mientras yo me adecuaba mejor para prestar mayor atención─, me contaba qué pasaba en su casa, con sus amigos, con su familia y con ella. Yo la escuchaba sin ningún problema, le cedía todo mi tiempo para que ella se desahogase; me decía que en su casa el ambiente estaba lleno de problemas, que sus padres cada día la trataban peor, que no la querían ver más, entre otras cosas… Hasta que llegó el día que me dijo que la habían golpeado sus dos padres, y no fue cualquier golpiza; fue amordazada y aporreada por sus progenitores. Yo me puse furiosa porque de algún que otro modo ya era parte de la vida de esa chica, sin quererlo.
─¡Ay tía!, se metió en tremendo problema entonces ─Dijo la adolescente.
El tinto ya estaba listo, así que lo ayudé a repartir.
─¡Por boba, por boba! ─Asentía la viejita con cantico burlesco.
─Bueno pues, cállense les sigo contando ─Prosiguió la mano derecha de la violentada─ Yo le recomendaba que denunciara para que las cosas no quedarán impunes. Ella asentía pero no hacía nada. Llego el día en que decidió hacer la denuncia, pero ya era tarde; porque sus morados habían desaparecido y no tenían pruebas contundentes para probar lo que ella contaba ─Dio un sorbo al tinto y siguió─. La custodia de la forzada la ganó su abuela, que la estuvo cuidando un tiempo.

Interesado y con ansias de seguir indagando, pregunté como un niño entusiasta:
─¿¡Que pasó después!? ─Dije con tanta agitación y fuerza que atraje la mirada de las tres.
─¡Mirá ma’!, le está haciendo efecto el tinto ─Dijo la adulta, con tono jocoso─. Bueno, ya después de estar un tiempo con la abuela ella se aburrió porque las golpizas no habían parado, y esta vez se las propiciaba un tío que tenía problemas mentales. La abusaba se sentía aburrida, triste y adolorida; entonces aprovechó que sus padres le brindaron un celular de alta gama a cambio de volver a casa, regresó.
─Bueno, y qué fue lo que te tiene con remordimiento ─Dijo la adolescente con rasgos de ansiedad en su rostro.
─Que, como dije anteriormente, metí los pies al fuego por ella y lo único que logre hacer es quemarme, porque no hacía nada escuchando lo que ella me decía si escuchas los otros puntos de vista ─Exclamó la adulta mientras bebía el tinto.
─¿Cuáles eran esos otros puntos de vista? ─Pregunté mientras me arqueaba del calor.
─Que la amordazada estaba siendo una escoria en la casa, les respondía a sus papás con groserías; a ella le decían que salieran a comer algo, pero ella decía un ¡NO MALPARIDOS! Salía de la casa a tempranas horas y llegaba muy tarde. Se estaba diciendo de la amordazada que estaba consumiendo drogas. Todo eso que les conté es inaceptable no solo moralmente, sino, también desde el punto de vista religioso ─Dio otro sorbo de tinto y siguió─ ya que tanto ella como yo somos evangélicas y eso en esta creencia está mal visto.

Lo último que ella dijo lo tomé como lo menos, pero mientras el sudor recorría mi frente y tiraba mis pelos hacia atrás me preguntaba hasta qué punto fue necesario amordazarla y golpearla. Tal vez la religión es estricta, digo tal vez porque no soy de esa religión; pero no amerita tal brutalidad. Queriendo que me aclararan hasta qué punto fue apetecible la golpiza, y me atreví a intervenir:
─¿Pero todo eso merecía una golpiza tan brutal? ─ Dijo con un acento autoritario.
La mano derecha de la amordazada dijo:
─Para nada, pero en lo que me estoy centrando yo, es, hasta qué punto uno se centra en escuchar una sola opinión y sólo quedarse con esa, sabiendo que se debe de escuchar los diferentes puntos de vista para poder sacar una conclusión.

Esto último me aclaró las dudas que tenía por completo, me repetía y me repetía el deber de escuchar los puntos de vistas que sean necesarios, ya que si me quedo con un solo punto de vista no tendré una información detallada y completa. Debo de aprender a escuchar, lo malo, lo bueno, lo lindo y lo feo, todos los puntos de vista deben de ser atendidos, los más coherentes; y los que contengan argumentos que demuestren la verdad. Deben de ser los que den una respuesta definitiva. No te quedes con una parte de la información, abarca todas las averiguaciones posibles.


Se debe de trascender e ir más allá de las cosas, no se debe de acomodarse con lo mínimo, porque eso es lo que da fruto a la mediocridad. Necesitas tener argumentos para poder diferenciar lo bueno y lo malo, lo feo y lo bonito y tener fundamentos contundentes para no caer en una mentira, y no terminar como alguien metido y sin elementos.

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